Enriquillo no es historia, es ficción, una polémica a 140 años de su publicación
Santo Domingo, República Dominicana.- Max Henríquez Ureña (1886-1968) tuvo una mirada amable, elegante y condescendiente sobre Manuel de Jesús Galván y su obra. “Galván es autor de un solo libro, Enriquillo, pero con él le basta para ocupar un puesto de primera línea entre los cultivadores de la novela en la América española durante el siglo XIX. (…) Santo Domingo no ha tenido otro prosista que supere a Galván en la severidad clásica de su estilo. No ha tenido tampoco quien le supere en el género narrativo, al menos en su faz más importante, la novela”. (Listín Diario, 1910)
También dijo: “Galván era un maestro. Si extendemos la vista al Continente hispanoamericano (sic) podremos ver que tampoco es frecuente hallar quien le aventaje en esas cualidades máximas de narrador ameno y de estilista académico”.
Don Max hizo casi una profecía: “La consagración gloriosa y perdurable del nombre de Manuel de Jesús Galván corre a cargo de la crítica literaria, que señalará siempre en él uno de los noveladores más valiosos y uno de los estilistas más nobles y castizos de nuestra América. (…). El nombre de Galván pasará luminosamente a la posteridad con las páginas hermosísimas de ese libro. Enriquillo será el pedestal de su gloria”.
La historiadora Mu-Kien Sang Ben, en el prólogo a la reciente edición de Enriquillo publicada por el Instituto Superior de Formación Docente Salomé Ureña (Isfodosu) como parte de su Colección de Clásicos Dominicanos, expresa: “Enriquillo, leyenda histórica dominicana (1503-1533) reúne todos los méritos para ser considerada como un clásico, no solo de la literatura dominicana, sino hispanoamericana”.
Refiere que los años en que vio la luz la obra coinciden con una etapa de grandes cambios en el orden político, económico, social y cultural en República Dominicana. “Después de la Guerra de la Restauración (1863-1865) el país se encontraba sumido en la bancarrota financiera, el ocaso institucional y en intestinas rivalidades entre el Partido Azul y el Partido Rojo. Desde 1865 hasta 1879 (año en que Galván publicó la primera parte de su novela) se conoce en la historiografía dominicana como el “Ciclo de los colores”, período en que se sucedieron hasta 20 gobiernos”.
En oposición a cuestionamientos que hacen los historiadores, el filólogo José Enrique García explica que Enriquillo es una novela con todas las libertades ficcionales, de imaginación y de lenguaje. “Es una obra de ficción, no un libro de historia, aunque se sustente, supuestamente, en hechos históricos, y como tal no puede ser juzgada por su desapego a la realidad”. En ella, agrega, hay elementos psicológicos, “epocales” y ficcionales que deben ser tomados en cuenta al ponderar la dimensión de la obra.
Dice García que “Enriquillo es la novela más importante que se ha escrito en esta tierra, como hecho del lenguaje y como hecho de estructura”. Dice también que la obra abrió una vertiente de la novela romántica, que es el indigenismo histórico (aunque Franklin Gutiérrez lo llama, más bien, indianismo).
Como hecho literario, indica, la obra forma parte de la memoria viva de la nación dominicana. “La gente sabe que Enriquillo existe porque existe el Enriquillo de Galván”.
Manuel Núñez, vehemente defensor de Enriquillo y de su autor, considera que, a ciento cuarenta años de su nacimiento, la novela debe ser leída como una gran obra literaria, “una de las más importantes de la literatura hispanoamericana, quizás la principal obra indigenista de toda América, que ni la Araucana de (Alonso de) Ercilla, ni el Tabaré de (Juan) Zorrilla de San Martín le superan en perfección”.
“He leído Enriquillo cuatro veces –confiesa Núñez- y a mí me da mucho placer hacerlo; hay un placer estético en el ritmo de la prosa, en el comienzo de la novela. Galván es un gran escritor, con un sentido de la trama, del suspenso. Desde el punto de vista novelesco, es una obra impecable, una obra maestra; y desde el punto de vista del contenido, también. No se puede hablar con menosprecio de ese monumento que es Enriquillo, pues el objetivo de Galván, al que se había catalogado de anexionista, fue buscar algo que le dé arraigo al nacionalismo. Galván vuelve a su país a reivindicar un héroe que peleó contra España”.
“Hay una gran maestría en el manejo de la lengua, gran donosura en el lenguaje castizo, la prosa transparente, extraordinaria; Enriquillo es el más grande monumento literario que se ha producido en este país. Es un clásico, no de República Dominicana, un clásico de América”.
Según Núñez, el Enriquillo de Galván “es un héroe occidental, no un indígena en el sentido de los ´héroes brutales´. Es un héroe que habla español, que escribe en español, que fue educado por los franciscanos y que representa los valores de la justicia y de la piedad, y al mismo tiempo de la grandeza. El momento de mayor grandeza de la novela es cuando se encuentra con (Andrés) Valenzuela, el enemigo que lo ha llevado a la guerra, y lo perdona y lo deja vivo”.
Dice Doris Melo Mendoza, escritora de la diáspora dominicana y doctora en filosofía con concentración en literatura hispanoamericana, en el artículo Enriquillo: novela histórica o crónica novelada, que en la obra de Galván resuenan los ecos Walter Scott, con su romanticismo fundacional y sus pioneras novelas históricas. “Asimismo, abundan episodios inspirados en la historia interpretados con acertada invención novelesca”.
“En Hispanoamérica –sostiene– la vuelta al pasado se enfrenta con la época precolombina, con la época de la colonia. En las Antillas la novela que mejor ejemplifica este aspecto del romanticismo es Enriquillo, considerada como una de las más famosas novelas históricas de la literatura hispanoamericana del siglo XIX”.
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