|24 ABR 2015, 12:00 AM|POR MARÍA CRISTINA DE CARÍAS Y CÉSAR IVÁN FERIS IGLESIAS
Juan de Rabee, Bautista Antonelli, Rodrigo de Liendo, Juan Bautista Ruggiero y su maestro constructor Marcos de Cáceres, son los nombres de los ingenieros que las diseñaron y construyeron.
Las murallas y las puertas de la ciudad de Santo Domingo, se iniciaron en las primeras décadas del siglo XVl. El proceso de construcción duró dos siglos, con interrupciones de largos periodos de tiempo. Las murallas están reforzadas con fortines localizados estratégicamente a lo largo de los lienzos. Todas las ciudades de la antigüedad poseían murallas y puertas de entrada, las que se cerraban al anochecer para proteger a los habitantes de ataques e invasiones enemigas. Al día de hoy se preservan varias de las puertas que daban acceso a la antigua ciudad de Santo Domingo.
Las puertas conservadas son las de carácter monumental, con detalles arquitectónicos estilísticos como la puerta de la Atarazana por donde se entraban y sacaban las naves que debían ser reparadas y calafateadas en la Atarazana, edificación destinada a la reparación y avituallamiento de las naves.
La puerta de San Diego, localizada en el entorno del palacio virreinal de Don Diego Colón, de donde deriva su nombre, fue construida en el siglo XVl por el maestro Rodrigo de Liendo. Tiene la característica de que el eje central está producido con un desvío angular opuesto al palacio, de manera que lo pudiese proteger en caso de ataque exterior.
Esta monumental puerta presenta, del lado exterior, escudos nobiliarios de las principales familias de la villa, esculpidos en la piedra. Además, muestra el estilo plateresco de la arquitectura militar del siglo XVl.
Siguiendo la línea de la muralla hacia el sudoeste, no se presentan puertas, sólo los fuertes de San José y el de San Gil.
En los lienzos correspondientes al sector oeste, se encuentran las dos más notables puertas, tanto por su monumentalidad, como por haber sido escenario de preclaros hechos históricos. La puerta de la Misericordia, fue el escenario del trabucazo independentista del Padre de la Patria Ramón Matías Mella, y la puerta del Conde de Peñalba, fungió como Altar de la Patria hasta hace unos años y allí yacían los restos de los Padres de la Patria.
En el lienzo norte de las murallas, se han perdido los vestigios de las puertas que daban acceso a la ciudad por esa parte. Sólo se conserva alguna huella sobre la hoy calle Arzobispo Meriño, en las cercanías del fuerte de Santa Bárbara que le servía de protección. Una característica importante de las puertas existentes es que en los lienzos de muralla anexos, existen rampas peatonales y cañoneras que daban acceso al paseo de ronda que comunicaba todo el perímetro de las murallas. Aunque estas fueron construidas de tapia reforzada con piedra, las puertas se levantaron en piedra revocada. El perfil de las murallas y sus puertas presentan restos del almenado, sobre todo en el lado este y de las garitas de defensa que le otorgan carácter militar al conjunto.
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