“ESTOY HERIDO, COGE LA AMETRALLADORA Y PÁRATE A PELEAR”



Fernando Quiroz
fernando.quiroz@listindiario.com
Santo Domingo
El dictador Rafael Leonidas Trujillo recibió siete impactos de bala durante su ajusticiamiento la noche del 30 de mayo de 1961, de acuerdo a la autopsia que le practicaron al día siguiente.
El registro lo hizo Sergio Tulio Victoria Mazara, secretario de la Primera Cámara de lo Penal del Juzgado de Primera Instancia del Distrito Nacional, como parte del proceso instruido por la muerte del tirano, con el timbrado de Servicio Judicial, en el año 1961.
“Emilio E. Ravelo, oficial del Estado Civil de la Primera Circunscripción del Distrito Nacional, República Dominicana, certifica que en los archivos a su cargo existe asentada una partida de defunción número 598, libro 96, folio 1/3, que copiada a la letra dice así:
En Ciudad Trujillo, República Dominicana, a los diez días del mes de julio del año mil novecientos sesenta y uno. Yo, Emilio E. Ravelo, oficial del Estado Civil de la Primera Circunscripción del Distrito Nacional; siendo las ocho horas de la mañana y actuando de conformidad con el requerimiento héchome por el señor Secretario de Estado de Justicia por mediación del señor Director de la Oficina Central del Estado Civil en su oficio OC No. 2083, de fecha seis del corriente mes, he procedido a hacer la inscripción de defunción del Generalísimo Dr. Rafael Leonidas Trujillo Molina”, registra el expediente.
Para tales fines, señaló Ravelo, tuvo a la vista el certificado médico expedido el día tres de julio  por el general de brigada médico Francisco González Cruz, Ejército Nacional, director del Cuerpo Médico y Sanidad Militar.
El oficial del Estado Civil se refiere a la certificación del general González Cruz, en la que indica que el 31 de mayo de 1961 “examiné el cadáver de su Excelencia el Generalísimo Doctor Rafael Leonidas Trujillo Molina, Benefactor de la Patria y Padre de la Patria Nueva, comprobando que presentaba las siguientes lesiones...
a) Herida de bala con orificio de entrada en la región mentoniana, a nivel de la línea media, sin orificio de salida que ocasionó la fractura del maxilar inferior y pérdida de varias piezas dentarias; b) Herida de bala con orificio de entrada a nivel del segundo espacio intercostal izquierdo y orificio de salida a nivel del quinto espacio intercostal izquierdo debajo de la tetilla. La trayectoria trazada por este proyectil fue subcutánea; c) Herida de bala con orificio de entrada a nivel del séptimo espacio intercostal izquierdo con orificio de salida en la cara posterior del hemitórax izquierdo a nivel del séptimo espacio intercostal, d) Herida de bala en el hueco axilar sin orificio de salida; e) Herida de bala con orificio de entrada en la fosa ilíaca izquierda, sin orificio de salida; f) Herida de bala con orificio de entrada a nivel de la primera falange dedo índice mano izquierda, con orificio de salida cara anterior-tercio inferior antebrazo izquierdo.- La trayectoria trazada por este proyectil ocasionó fracturas conminutas de los huesos del carpo, metacarpo, cúbito y radio con gran pérdida de tejidos blandos; y g) Traumatismo región temporal, auricular y molar izquierdas, con hundimiento del arco cigomático”.
El grupo que puso fin a la vida de Trujillo estaba integrado  por Luis Salvador Estrella Sadhalá, Antonio Imbert Barrera, Roberto Rafael Pastoriza Neret, Huáscar Antonio Tejeda Pimentel, Antonio de la Maza, teniente Amado García Guerrero y Pedro Livio Cedeño Herrera.
El chofer Zacarías de la Cruz también recibió seis heridas de armas de fuego, conforme al expediente.
CHOFER NARRÓ LOS ÚLTIMOS MINUTOS DE VIDA DEL TIRANO“En Ciudad Trujillo, Distrito Nacional, Capital de la República Dominicana, a los veintiún (21) días del mes de julio del año en curso de mil novecientos sesentiuno (1961), siendo las 12:00 p.m., Nos, Dr. Wilfredo Mejía Alvarado, Juez de Instrucción de la 1ra. Circunscripción del Distrito Nacional, acompañado del Dr.
Teodoro Tejeda Díaz, Procurador Fiscal del Distrito Nacional, y asistidos del Secretario infrascrito, y en virtud del auto de traslado dictado por Nos, nos hemos dirigido a la casa No. 14 de la calle Josefa Perdomo de esta ciudad, residencia del Mayor A.M. Zacarías de la Cruz, donde hemos procedido a realizar el interrogatorio de éste en la forma siguiente:
¿Cuáles son sus generales de ley?
Dominicano, de 54 años de edad, casado, militar, natural del Seybo, de este domicilio y residencia en la casa No. 14 de la calle Josefa Perdomo de esta ciudad, portador de la cédula Personal de Identidad No. 31499, serie 1ra.
¿Qué podría Ud. informarnos, en relación al atentado criminal perpetrado la noche del 30 de mayo del año en curso, contra la ilustre persona del Generalísimo Dr. Rafael Leonidas Trujillo Molina, y en el cual Ud. fue herido?
Yo era el encargado de los vehículos privados del Jefe, y era la persona que el Jefe utilizaba como chofer, para sus viajes personales tanto en la ciudad como al interior. Alrededor de las 8:00 p.m., del día 30 de mayo del año en curso, cuando él se preparaba a dar su acostumbrado paseo por la avenida George Washington, me dijo que me preparara para ir a la Hacienda Fundación. Yo le pregunté entonces: “Jefe, sigo detrás o lo espero aquí”.
Él me contestó entonces: “Espere aquí”. Luego, como a eso de las 9:40 p.m., el Jefe regresó del paseo, subió a su casa de Estancia Radhamés, donde yo lo esperaba, y más tarde volvió a bajar a las 9:45. Momentos antes el teniente Pedro de la M.G.D.
y quien servía como camarero del Jefe había preparado el maletín que acostumbraba llevar el Jefe y que según me expresó éste, dicho maletín contenía una gran cantidad de dinero por lo pesado que estaba. Partimos de la Estancia Radhamés a la residencia de doña Angelita Trujillo, ubicada en la Av. Máximo Gómez, donde el Jefe permaneció como diez minutos. El Jefe salió de la casa y se montó en la parte trasera del carro marca Chevrolet, modelo 1957, color azul, Bell Air. De ahí conduje el carro por la misma Máximo Gómez doblando a la derecha en la George Washington, avanzando hacia la autopista, marchando a una velocidad estable de 90 kilómetros por hora. Momentos antes de llegar al Bar Restaurant El Pony, rebasamos un automóvil Mercedes Benz. Proseguimos marcha por la autopista en dirección a San Cristóbal, y aproximadamente después de haber avanzado un kilómetro después del último poste del alumbrado eléctrico, repentinamente sentí un disparo desde un carro que iba detrás de mí con las luces apagadas. Al mismo tiempo que sentí el disparo que presumo que fue de escopeta por la enorme detonación, pude darme cuenta que el mismo vehículo que presumo nos perseguía encendió las luces y volvió y la encendió. Segundos después el Jefe me expresó: “Estoy herido, coge la ametralladora y párate a pelear”.
Entonces yo le contesté: “Jefe son muchos, vamos a ver si nos vamos... que quiero salvarlo”. Él volvió a repetirme: “Coge la ametralladora y vamos a pelear que estoy herido”. Mientras tanto, el carro que nos perseguía, nos había rebasado por la derecha tirándose un poco al paseo, y desde el carro que lo rebasaba se hicieron disparos que por su rapidez, presumo eran de fusiles ametralladoras, todas esas balas pegaron en el carro y entiendo que algunas de ellas le dieron al Jefe. El carro que nos rebasó se tiró aun más a la derecha en el paseo, a consecuencia de yo haberle tirado encima en el carro que conducía con el propósito si lo hacía salirse de la autopista. Pero al ser un carro tan veloz de más potencia que el mismo, pudo arrebasarnos y se cruzó hacia la izquierda, atravesándonos, debiendo yo frenar para no chocar con el carro que se me cruzó. En esos momentos en que frenaba traté de virar el carro nuestro, hacia Ciudad Trujillo, desviándome hacia la izquierda, quedando nuestro vehículo ubicado con el frente izquierdo ligeramente introducido de la grama central de la autopista, al detenerme, y volver la cara hacia detrás, para mirar al Jefe, pude ver que éste había abierto la puerta y se apresuraba a desmontarse, teniendo ya un pie en tierra. Lo vi bajar deslizando su cuerpo hacia el estribo, dándome la impresión de que estaba mal herido. Mientras baja hacia el estribo, pude ver que con sus manos buscaba en los bolsillos traseros un revólver pequeño calibre 38 corto, que acostumbraba portar, y que fue la única arma que utilizó.
Mientras tanto, desde el automóvil enemigo que nos había arrebasado y el cual se había ubicado en la pista contraria a la nuestra, es decir, en dirección Oeste-Este, se había detenido a unos 15 metros de distancia del nuestro, con el frente delantero derecho saliendo de la autopista y penetrando en el paseo derecho de ellos. Los ocupantes de este automóvil, ya se habían desmontado y nos disparaban con nutrido fuego hacia nosotros. En esos momentos, le dije al Jefe: “A mí me hirieron también”, el fuego que se nos hacía era cada vez más intenso.
El Jefe se desmontó del vehículo y avancé hacia la parte delantera derecha, y pude ver que disparaba con su revólver hacia los enemigos, con su pequeño revólver. Mientras tanto, yo tomé un fusil automático (semi) y comencé a disparar sobre ellos. Cuando yo comencé a disparar, fue cuando vi al Jefe que avanzaba tres o cuatro metros adelante del boomper del carro y cayó de bruces con el frente hacia el pavimento, dando media vuelta al caer, cayendo inerte. Presumo que el Jefe cayó muerto, ya que no lo vi moverse más durante el tiempo que duró el combate que yo sostuve con los asaltantes. Descargué el fusil M-1 semiautomático con el cual disparaba, y tomé una ametralladora Luger corta, disparando hacia el enemigo de manera intermitente, ya que debía racionar mis cápsulas para el combate que yo entendí se prolongaría. Vi cuando uno de los asaltantes avanzó hacia el cuerpo inerte del Jefe, y al llegarle cerca le disparé algunas cápsulas que lo hirieron, dejando caer el asaltante su pistola, o dando gritos de que se sentía herido. Luego después, me salió otro asaltante delante del carro de ellos disparando hacia mí, yo entonces les contesté con disparos, habiéndome dado cuenta que había caído, y su pistola había caído en el pavimento, pero prontamente se levantó y volvió hacia su carro.
Luego cuando se acabaron los tiros de la ametralladora que yo portada adelante, abrí la puerta del lado derecho del carro y me desmonté, para coger la ametralladora del Jefe que estaba detrás del carro. Logré alcanzarla y cuando me disponía a sobarla para disparar, fui alcanzado una vez más en la cabeza, por un disparo que me derribó dejándome sin sentido. Es lo último que recuerdo en relación al asalto y al combate, en el cual recibí heridas en las dos piernas, en el muslo izquierdo, dos heridas en el vientre, dos heridas en el hombro derecho, una herida en el tobillo derecho y una herida en la cabeza que me fracturó o astilló la parte superior del frontal. Cuando recobré el conocimiento, un tiempo después que no puedo precisar, encontré la ametralladora Thompson a unos pasos de mí, así como a alguna distancia de la ametralladora, en el lugar donde vi caer al Jefe, el kepí que éste usaba esa noche.
Recogí ambas cosas y me senté en una verja situada a la derecha de donde me encontraba y esperé unos cinco minutos para ver si me traían a Ciudad Trujillo, ya que el vehículo en que nosotros andábamos no estaba en el lugar del hecho y los asaltantes tampoco se encontraban ya en ese lugar, presumiendo yo que se habían llevado el cuerpo del Jefe.
Momentos después, aparecieron algunos campesinos, quienes fueron los que me condujeron hacia la antigua carretera Sánchez, donde fui trasladado al Hospital Marión donde quedé internado, habiendo sido dado de alta el día 17 de junio de este año.
¿Tiene Ud. algo más que declarar?
—No señor.
Con lo cual dimos por terminado el presente interrogatorio, que después de leído al declarante y expresar su conformidad, firma junto con Nos, y Secretario que certifica.
(Firmado) Zacarías de la Cruz, Mayor, A.M.
Declarante
(Firmado) Dr. Wilfredo Mejía Alvarado, Juez de Instrucción
(Firmado) Ricardo Fco. Gaspar Thevenín, Secretario
(Firmado)
Dr. Teodoro Tejeda Díaz, Procurador Fiscal”.

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