César David Arias
Santo Domingo

Ni el lienzo y sus salpicadas de pintura, ni las teclas de un piano realizador de melodías clásicas fueron suficientes para ilustrar la vida de Iván García, quien anhelaba expresar sus ocultos sentimientos por un medio diferente al cotidiano. Más tarde, culminando su adolescencia, llega el teatro con sus encantos y logra atraparlo en un mundo que 60 años después no querrá abandonar.
En el abrazo de San Pedro de Macorís, un 26 de febrero del año 1938, nace Néstor Toribio Iván García Guerra, quien para 1954 recibiría la propuesta del director del antiguo Teatro Escuela de Arte Nacional, el español Julio Francés, para pertenecer al elenco de la obra “El gran teatro del mundo”, de Pedro Calderón de la Barca.

El auditorio del Instituto de Señoritas Salomé Ureña fue tan sólo un espacio para la exhibición del talento inherente a García Guerra. Un crítico de la época habló maravillas del montaje, y de su actuación.
“El crítico dijo que quien comenzara así iba a llegar muy lejos. Y yo me lo creí”, puntualiza don Iván, pintando en sus labios el esbozo de una sonrisa.
Antes de culminar aquel año, 1955, a su agenda llegaba la segunda de tantas obras que habrían de venir: “El divino impaciente”. Es así que ha mantenido un ritmo de cinco obras anuales, lo cual le suma un total de 300 obras o más en su carrera.
Su inicio  
Al año siguiente, García dio cabida a la primera manifestación antitrujillista, al montar “Julio César” de William Shakespeare. Más tarde Franklin Domínguez escribiría “Espigas Maduras”, donde, de una manera más directa, el autor denunciaba aquella tiranía. Iván sería parte de ese elenco.
El dinero no ha sido un obejtivo para este maestro escénico. Su propósito de comunicarse y de llenar ese vacío que sólo los espectadores y la escena completaban fue lo que le decidió a continuar en la burbuja del arte escénico.
Recuerda que con un grupo de amigos: Armando Hoepelman y Rafael Vásquez, empezaron a estudiar otros tipos de teatro, entre ellos el método de Constantin Stanislavski, hasta que lograron cambiar aquella forma tradicional e implementar un nuevo estilo teatral.
Fue entonces en 1962 que se presentó el Primer Festival de Teatro Dominicano. Para la ocasión no había escrito nada, pero mintió pidiendo que escenificaran una de sus obras; por lo cual se vio obligado a escribir toda la noche hasta ver surgir la titulada “Más allá de la búsqueda”. Con el pasar del tiempo, muchas se agregarían a su carpeta, como uno de sus clásicos: “Fábula de los cinco caminantes”.                        
Desde su propia versión del método de Stanislavski, su teatro carga la intención de mejorar la sociedad en el tiempo. Se considera un protestante profesional que propone soluciones al problema. “A mí no me importa tanto la forma externa, sino encontrar la manera adecuada para decir lo que tengo que decir en un momento específico”, enfatiza.
Este exponente del teatro dominicano, que cooperó con el Movimiento Clandestino 14 de Junio, y que guarda en su pecho un cariño especial hacia la Patria, ha recibido numerosos premios, entre ellos el Premio Nacional Cristóbal de Llerena, Talía de PlataÖ especialmente la condecoración de la Orden Juan Pablo Duarte, y el título “Magister Populi” (“Maestro del pueblo”) otorgado por la Universidad Tecnológica de Santiago (Utesa).
Lo que entiende
Él es un maestro que siente pasión al enseñar  y queda fascinado al ver a muchos acercándose a su oficio escénico.
Su familia es su musa, y al instante de escribir no existen bloqueos que detengan su intención porque en cada momento del día va hilando las ideas, de tal modo que frente al computador se gesta una historia rápidamente.
“Me llena de orgullo saber que el día que me vaya no quedará nada sucio detrás de mí”, se anima a confesar quien lleva 43 años de unión matrimonial con Frances Brenes.
Lejos de los escenarios, las locaciones y las luces, la vida de Iván se resume en “felicidad”. Así se siente cuando comparte con sus parientes, para quienes ha establecido un día de la semana.
El sábado brinda su calor sereno a las reuniones familiares de esta pareja de esposos, premiados con sus hijos: Lakshmi, Surya, Buddhanjali y Ramakósmiko, quienes a su vez han extendido el linaje, convirtiéndolo en abuelo.
Experiencia con Duarte
Al preguntarle cuál ha sido el montaje que más ha aportado a su carrera, cita a “Duarte, fundador de una República”, de Franklin Domínguez.
Interpretar al patricio, la mitad de su carrera, le ha generado una empatía tan grande con él, que en las filmaciones de la película “Duarte, traición y gloria” le tocó actuar su muerte, la cual nunca había hecho puesto que la obra de Domínguez no la relata. Explicó que para entrar en la situación se repetía a sí mismo: “-Me estoy muriendo”,  y al momento de terminar la escena, su cuerpo no respondía. Al regresar de aquel extraño estado, sólo se dijo a sí mismo: “No hago más a Duarte. Ha muerto”.
García Guerra resalta que el teatro actual se ha ido por el lado comercial y hay mucha baratería en las obras presentadas, tanto en la parte técnica como actoral; aunque plantea excepciones como “La venus de las pieles”.
García detecta que los verdaderos dramaturgos del momento, y pasa a nombrar a Reynaldo Disla, Haffe Serulle, Carlos Burgos Acosta, tienen textos mejores que los escritos antes por Emilio Aparicio y hasta de su época.
“Si no están buscando excelencia, pueden conseguir dinero, pero no más”, advierte sobre las representaciones que no cuentan con la seriedad requerida para un teatro profesional.
Es egresado de la ahora llamada Escuela Nacional De Arte Dramático. Ha sido maestro de varias materias y director de la misma. Está consciente de que todavía hacen falta las academias para formar artistas que no hagan “payasadas” en un teatro.
Sus consejos: “La enseñanza artística exige comunicar emociones. El maestro de teatro debe convertirse, en lo que yo he sido para mis alumnos: un padre”.
MÁS SOBRE UNO DE LOS GRANDES DEL TEATRO
SABIO.
 Estos 60 años no le hacen creer que lo sabe todo, al contrario, considera la mente como una maravilla de Dios, que mientras más le introduces más capacidad tiene; por eso se mantiene experimentando y estudiando. 
LEGADO. Entre su legado está el comportamiento que sabe mantener al momento de involucrarse en un montaje. Además del “Festival de teatro Emilio Aparicio” creado con la intención de facilitarle a personas del interior del país un espacio donde presentar sus trabajos con la ayuda técnica necesaria. Este festival en que duró tres años trabajando hoy es dirigido por el teatrista dominicano Basilio Nova. 
FUTURO. “Yo no quisiera morir en una cama, inutilizado, convertido en un niño que se hace pupú en los pampers y ya no da gracia eso. Quiero morir mientras pueda seguir siendo activo y aportar algo” confiesa agradeciendo a Dios por la salud que goza. 
EDUCACIÓN. Una gama de montajes, de participaciones en el tabloncillo y la cámara; años en las aulas educando artistas y creando hijos del oficio escénico; unos textos escritos que han marcado las generaciones que incursionan en el arte más completo: teatro, han infundido el respeto y admiración hacia él.
MÁS CONSEJOS. Hoy da un consejo a los jóvenes artistas: “Tengan compromiso consigo mismos, que no necesiten de impulsos externos para ser como quieran ser; que sepan dónde quieren llegar y tengan el valor para seguir caminando no importa la dificultad”.
3 puntos claves
El veterano actor entiende que al profesorado de la Escuela de Teatro hay que pagarle bien.

APOYO A COLEGAS
  “Los maestros tienen que proyectar un cierto sentido de decisión. Ya está bueno de que abusen de ellos”. 

SOBRE EL CINE EN RD
“Un bebé gateando que puede llegar a caminar en su definición metafórica del cine dominicano, el cual puede mejorar”, dice.

MEJORES PELÍCULAS
Según él,”La cárcel de la Victoria”, “El Teniente Amado”, “No hay más remedio”, “Duarte, traición y gloria” y “339 Amín Abel” son las mejores del país.

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